Últimante se está llenando la prensa con las declaraciones cruzadas acerca de los dramas que existen en la ANFP para repartir los veinte millones de dólares entre sus socios. La plata es mucha, y las ganas también. Se habla de las diferencias en contrataciones que puede hacer cada club con ese dinero. ¿Y de los estadios? Nada.
Encuentro insólito que una actividad como la del fútbol profesional chileno, que genera semejantes cantidades de dinero, no sea capaz, en su gran mayoría, de dejar ninguna infraestructura útil para sus clientes o para la comunidad. ¿De qué me sirve tener un estadio roñoso al lado de mi casa si nisiquiera puedo utilizarlo como espacio recreacional cuando no hay partido cada dos semanas?
Los clubes, en general, se dedican a quemar su dinero en contratacones bombásticas y al mismo tiempo jugar en estadios de madera o mal matenidos recintos construídos hace cincuenta años y adminitrados por municipalidades que apenas tienen las chauchas para pagar los costos de sus propios colegios.
El domingo pasado me tocó ir a Melpilla a presenciar un partido de fútbol profesional (de un equipo de Santiago que juega de local a 50 kilómetros de distancia) en un recinto que, francamente, daba tanta lástima que mas que estadio merecía el apodo argentino "cancha". Los asientos eran tablones inseguros, los servicios de comida poco higiénicos y para qué hablar de los baños. Cinco mil pesos por entrar al tierral.
Y esta realidad no se limita a ciudades pequeñas. Los estadios de las ciudads mas grandes de Chile (Antofagasta, Viña, Valparaíso, Concepción), también muestran un deterioro impresentable. Tenemos una infraestructura deportiva a un nivel tercermundista.
Y sin embargo, los clubes generan millones y millones de dólares, y son pocos (Colo Colo, Unión, la UC y Huachipato notables excepciones), los que tienen las ganas de invertir en sus hinchas y otorgar un servicio aproximado a decente.
"Que los haga el Estado" parece ser la petición casi unánime del resto, y muchas gracias. (Modelo de lujo ilustrado por clubes como Audax Italiano).
¿Deben las municipalidades (o el Estado) subsididar al fútbol profesional? ¿Es el fútbol profesional una forma de cultura o una simple entretención de las masas? ¿Qué aporta el fútbol profesional a la comunidad para merecer este subsidio?
Propongo que la ANFP se ahorre toda esta pelea de platas y utilice este dinero para constuir, arreglar, mantener, o adquirir los estadios municipales.